Izquierda Unida - El Viso del Alcor
Mar adentro
18 de diciembre de 2004 | 661 lecturas | 5 comentarios


Este párrafo está extraído del libro Diálogos con Áxel. Cuando seamos inmortales , de José Antonio Fortuny, escrito entre 1995 y 2001, evidentemente bastante antes de que se hiciese la película Mar adentro .

“Tirito ante la idea de que si un día ya no puedo mantenerme sentado deberé de quedarme tumbado en la cama. Es una perspectiva aterradora. Ahora me siento tan insultantemente suelto, con la capacidad de disponer de lo que tengo muy cerca...: aún puedo pasar las páginas de un libro; puedo, a trompicones, escribir; puedo manejar el mando a distancia de la televisión y de la cadena de música...; y mi cabeza está llena de tantos proyectos e ilusiones... que temo perder este mínimo y acabar en la cama, pudiendo mirar únicamente la televisión..., todo el día la televisión... Sería el fin de muchos de los alicientes que preservan mi ánimo erguido, de todo lo que con tanto tesón he ido construyendo. Conociéndome sé que incluso en una situación tan extrema llegaría a sacarle su jugo; pero sinceramente creo que esos límites tan cegados serían ya excesivos para mí: mi salud mental se vendría abajo.

Llegado a este punto me gustaría compartir contigo unas reflexiones acerca del derecho de poder elegir las condiciones bajo las que deseamos vivir. Hace poco hemos tenido en España un caso muy dramático: el de un hombre tetrapléjico, condenado a estar tendido en una cama durante más de treinta años que, después de considerar que ya estaba cansado de vivir así, se puso a litigar para que le administrasen la eutanasia, y, al serle ésta sistemáticamente denegada, finalmente no tuvo más remedio que pedir a alguien cercano que le ayudase a morir.
Sí, ya sé que es una historia escalofriante, pero no podemos cerrar los ojos ante esta fracción de la realidad. Tal vez la reflexión que quiero compartir contigo te puede resultar, inicialmente, contraria al sentido que desprenden estas páginas, pero si la analizas con calma seguro que descubrirás que subyace un fondo muy parecido: la defensa de la vida, pero no de su definición vaga y plastificada, sino de la vida considerada digna. Sí, aunque pueda parecer que estar a favor de la eutanasia es abogar por el bando opuesto, lo que sostengo es que nadie tiene la potestad, ya sea amparado en creencias religiosas o en decretos intransigentes, de inculcarte los corchetes entre los que debe de acaecer tu vida. La vida no es un concepto teórico, artificial, sino una realidad candente que incide y se inserta en tu propia piel; por lo que sólo a cada ser humano, individualmente, le corresponde juzgar y dictaminar los términos que considera aceptables en los que desarrollar su existencia. Es una cuestión muy íntima, muy particular. Así, habrá personas que en una situación similar a la de ese hombre que pidió la eutanasia que encontrarán razones y motivaciones para vivir; otros que considerarán que en mi estado actual les resultaría del todo imposible hallar esas ganas; mientras que habrá otros que simplemente con una pierna amputada se hundirían sin posibilidad de rescate. Cada persona es un mundo; y todas las opiniones y creencias son respetables mientras que no se impongan. Nadie puede obligarte a vivir si no quieres: esto es una tortura inhumana.

No hay que olvidar tampoco que lo que puede hacer insoportable una situación es el paso de los años; cuando ésta se prolonga durante mucho tiempo puede acabar dinamitando cualquier deseo de vivir: no es lo mismo cinco años en cama que treinta. No es lo mismo.
Más sencillo aún: si una persona en plenas facultades físicas quiere suicidarse, nadie puede impedírselo. En cambio, si quien lo desea es alguien como yo, su cuerpo se lo prohíbe. No es justo, no tenemos el mismo derecho, por lo que si alguien apiadado me echase una mano esa persona no debería ser inculpada ni enviada a prisión por ello. Así de simple.

Lo curioso del asunto es que aquellos que te niegan con tanto ardor la posibilidad de la eutanasia esgrimiendo que en el fondo de esta petición lo que subyace es un déficit de relaciones personales o una falta de medios económicos o sociales, suelen ser los que a la hora de la verdad menos se implican, más reacios son a aportar su contribución para, entre todos, un poco de aquí y un poco de allá, ir paliando tal presunta carestía. Hablan y hablan: sólo son teóricos de manos limpias escudados tras las buenas intenciones... Palabras, sólo palabras..
.
Sé que es una cuestión delicada que debería de legislarse con cautela para evitar que se cometieran abusos por parte de quienes quisieran quitarse el enfermo de encima para que no molestase más, o para no facilitar la ascensión de algún gobierno autárquico que en vez de dedicarse a proponer mejoras en el bienestar social prefiriera ocuparse en la eliminación del más débil; pero estas dificultades no deberían de amilanarnos para considerar jurídicamente esta cuestión que, querámoslo o no, está ahí.
Yo, por el momento, aún quiero vivir...”

La vida de José Antonio Fortuny está inevitablemente condicionada y marcada desde poco después de su nacimiento por una devastadora enfermedad genética que progresivamente va paralizando todo su cuerpo, aunque aún no ha conseguido doblegar su espíritu ni aniquilar sus ganas de vivir.

Yo, Fco. Javier Santos García, suscribo cada una de las palabras que aparecen en este libro (recomiendo efusivamente que lo leáis), a la vez que propongo abrir un debate sobre estos pensamientos.

Más información sobre el libro en esta página web



Sus comentarios

  • El 18 de diciembre de 2004 a 20:30, por José Antonio Jiménez En respuesta a: > MAR ADENTRO

    Querido Javier:
    En la vida hay momentos en que, sin que lo puedas evitar, te tienes que parar, para decir hay algo que no funciona, o, al menos, para preguntarte sobre lo que ocurre a tu alrededor. No todo es lo rutinario que uno piensa, no todas las personas están en la misma trayectoria de vida e, incluso, apurando la reflexión, tampoco es conveniente que todo el mundo vaya por los mismos derroteros.
    Leí el otro dia en el foro de Solano tu texto y me produjo un profundo escalofrío que recorrió todo mi cuerpo y todavía no sé porque; se supone que no me tenía que producir este tipo de reacciones, conozco la realidad de lo que se habla en ese libro (no lo he leído, pero lo leeré), me he posicionado en privado y en público a favor de la tesis principal que defiendes, entiendo que estamos en un momento crucial en este asunto, porque la pelicula de Abenamar ha servido para levantar, al menos, a la esfera de lo publicable, la defensa del derecho que la persona tiene a decidir sobre su vida y como ese derecho se inculca por las leyes, en aras a una supuesta defensa de la vida, sin olvidar que la vida es algo más, que el mero hecho de respirar todos los días.

    En aquel momento, no pude escribir nada para responderte, pero ahora si lo hago, por que aquel escalofrio me lo pedía. Me imagino que ese escalofrío tiene mucho que ver con el hecho de que la lectura de tu texto no se trataba exclusivamente de un hecho intelectual, sino que tenía el componente necesario del sentimiento, provocado por la cercanía de la persona que lo escribe, en este caso. No es igual mirar el asunto desde la perspectiva de alguien que lo observa como ciudadano o ciudadana de paso o de la perspectiva de alguien que está inmerso en la realidad que se analiza.

    Por esta razón me he permitido la licencia de hacer el preámbulo que acabo de hacer, porque era lo que me pedía el cuerpo desde aquel día. Pero ahora si quiero decir que el asunto de transfondo de todo este asunto, está dentro de las conciencias de las personas y se está dando diariamente, aunque todavía está tapado por un cierto tabú y, sobre todo, por una creciente hipocresía. Me explico; cuando se habla con personas que están cercanas a otras que están en situación límite o a punto de morir, comentan en voz baja. que, efectivamente, habría que hacer algo, para que el enfermo sufra lo menos posible; en el fondo están pidiendo lo que Sanpedro pedía, no quiero sufrir más, en un caso, por que el nivel de consciencia casi no existe y en otro, porque el nivel de consciencia es tan perclaro, como para decir que si se pudiera valer por si mismo, ya se habría quitado la vida y no habría ley que lo condenara.

    Gracias por tu escrito

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    • El 20 de diciembre de 2004 a 14:09, por Javier Santos En respuesta a: > MAR ADENTRO

      Amigo José Antonio, me he alegrado mucho que por lo menos a una persona haya hecho ponerse a pensar el texto que publiqué sobre la peli Mar Adentro.
      Es cierto que todo el mundo no está en la misma trayectoria de vida, como tu bien dices, pero también es cierto que la vida da muchas vueltas y lo que hoy te puede parecer rutinario mañana se puede convertir en la fuente de tu vida. No se si me he explicado, pero cuando leas el libro lo entenderás mejor.
      Yo creo que una buena parte de la sociedad es muy hipócrita a la hora de opinar sobre la eutanasia activa, y además pienso que también es muy egoísta. ¿No te da la sensación que esta gente se opone radicalmente a la eutanasia para mantener su conciencia tranquila, que no piensan en el sufrimiento del padeciente?.
      Creo que para hablar del tema tenemos que cambiar la mentalidad, hay que ver la muerte como una parte de la vida (nacemos, nos reproducimos y morimos), cuando se consigue esto, se puede afrontar de otra forma. Por ello el autor del libro puede hablar así, tiene todo el tiempo del mundo para pensar hasta donde llega el limite para vivir con dignidad, he incluso creo yo que no le dará miedo cuando esto ocurra.
      ¡Es tan complicado explicar lo que pienso!
      No estoy diciendo que se abandone la lucha por vivir dignamente, en absoluto. Yo estoy planteando que algunas personas saben de antemano el tiempo que les queda, así que hay que estar preparado para ello y preparar a los que les rodean.
      Un fuerte abrazo

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      • El 20 de diciembre de 2004 a 18:14, por José Antonio En respuesta a: > MAR ADENTRO

        Querido Javier:
        Sé que tenemos muchos momentos para hablar de multitud de cosas, algunas mas importantes, otras menos, en algunas coincidimos plenamente (las mas) en otras discrepamos parcialmente (aunque, a veces , parezca que somos de ideas contrarias); no creo que tengamos pensamientos antagónicos en ninguna de las cosas importantes (encima somos del mismo equipo), pero es cierto que de estos asuntos, es decir, de los asuntos de la vida real, de los asuntos que preocupan profundamente no nos atrevemos a hablar de forma abierta.

        Por eso te agradezco que quieras hablar en este foro de un asunto vital (creo que nunca se puede aplicar una palabra mas exacta a un asunto). Al respecto de lo que dices, estoy de acuerdo, que estamos hablando de la vida en su sentido mas procesual, es decir, en el camino de la vida, nadie en su sano juicio puede pensar que la persona debe aspirar a ser eterno, en si mismo no tiene sentido. Hay otra cuestión que tiene que ver con nuestro sentido de la existencia, que es la tendencia en creer en el destino. Todo está predestinado, no somos nadie para cambiar la tendencia de nuestra vida. Por este motivo acuden las personas a DIOS, como el único que puede cambiar el destino, sin darse cuenta que ponen en manos de DIOS su destino. ¿Que más da que todo esté predestinado o que DIOS decida nuestras vidas? En el fondo es el mismo sentido fatalista y fanático que se le achaca a la religión musulmana. Yo creo incluso, que las personas fanáticas, lo son por comodidad y por egoísmo. Ello les evita dar explicaciones y tener dudas sobre sus propias vidas. A lo mejor lo que digo no tiene mucho que ver con nuestro tema, aunque yo creo que si, porque las críticas, las dudas, vienen de aquellos que no aceptan que es posible luchar por decidir la vida. Por tanto, que aceptan el destino tal como les viene, están en contra de que la persona tenga la capacidad de ser lo más libre posible, ya que no pudo escoger el momento de nacer y durante mucho tiempo, no pudo decidir sobre como crecer, al menos que tenga posbilidad de decidir como termina su vida.
        Seguiremos hablando lo que tu quieras, asi al aire fresco.
        Un abrazo

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      • El 24 de diciembre de 2004 a 10:38, por Grupo Municipal En respuesta a: > MAR ADENTRO

        Hola Javier,

        Me ha gustado mucho el fragmento de texto que has puesto y sobre todo porque tengo que ser sincero es algo que no me he planteado mucho. Hablando, hace un par de días, con una persona preocupada por la actividad social y cultural de una ciudad como Sevilla, él que es de fuera y de formación germana, me decía que no era capaz de comprender el fatalismo que reúne mucha gente.

        Es curioso, la enseñanza católica se ha ensimismado en el sufrimiento, porque venía de DIOS, y porque era así. Este es un pensamiento que nos inunda en muchas cuestiones, no sólo las culturales o las sociales sino en las políticas y sobre todo en las vitales.

        Estoy de acuerdo en que la Eutanasia debe ser un derecho, no porque sea una proclama más o menos política o de izquierdas, no, sino porque como dices la muerte debe ser un proceso dentro de la vida, es un momento duro, sin duda, pero forma parte de la vida. Y como tal si reconocemos el derecho a la vida debemos reconocer el derecho a la muerte.

        Está claro que en la sociedad de corte religiosa en la que vivimos esto es algo que no se va a permitir, y estoy completamente de acuerdo con lo que dices de la hipocresía. Esta sociedad es muy hipócrita.

        Por todo ello creo que es muy importante seguir insuflando, en esta y otras cuestiones, realidades que sean coherentes, debemos ser coherentes con lo que nos rodea en todos los niveles.

        Y bueno, para terminar me alegra que este debate se esté dando aquí, porque así podemos conseguir que otra gente se acerca y conozca y sobre todo chapeau! por publicarlo en la web.

        Un saludo.

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