Un año más, con la llegada de 1 de mayo, celebramos la fiesta por antonomasia del movimiento obrero mundial, el Día Internacional de los Trabajadores y las Trabajadoras; una jornada de lucha reivindicativa que, ojalá en un futuro dejara de enarbolar dicha denominación para restringirse solo a la conmemoración festiva.
Un año más, con la llegada de 1 de mayo, celebramos la fiesta por antonomasia del movimiento obrero mundial, el Día Internacional de los Trabajadores; una jornada de lucha reivindicativa que, ojalá en un futuro dejara de enarbolar dicha denominación para restringirse solo a la conmemoración festiva.
Desde que allá por 1886, en el contexto de los albores de la revolución industrial en los Estados Unidos, las movilizaciones sindicalistas de Chicago iniciasen la lucha obrera por la consecución de la jornada laboral de ocho horas, muchos han sido los logros conseguidos pero, desafortunadamente, hoy, ciento veintiséis años después, parece casi que el tiempo se ha congelado..., o mejor, ha retrocedido.
Efectivamente, el siglo XX supuso una centuria de progresos laborales sucesivos en todos los aspectos (jornadas, salarios, salud laboral, permisos y descansos, etc.), logros que vendrían a culminar siempre en la consecución de los derechos de RESPETO, RETRIBUCIÓN Y AMPARO SOCIAL. Derechos, que no privilegios: el derecho es algo merecido, no regalado; conseguido las más de las veces con gran esfuerzo, no otorgado gracias a la voluntad de alguien que simplemente tenga poder para ello. Derechos proclamados y amparados por el artículo 35 de la Constitución española de 1978, el artículo 26 del Estatuto de Autonomía para Andalucía y el artículo 75 del Tratado de la Constitución europea.
Desde la última década del siglo XX las políticas neoliberalistas y la grave crisis en la que estamos inmersos ha supuesto un drástico retroceso del estatus de DIGNIFICACIÓN que por fin se estaba alcanzando, aunque aún restaran grandes lagunas por cubrir.
Como todos sabemos, el agravamiento de los últimos años, el giro que la política económica y social toma en los últimos años del gobierno socialista y la agresividad de las acciones del Gobierno del PP en los últimos cuatro meses nos han llevado a la RECESIÓN ECONÓMICA y nos han sumido en un estado de desconfianza, desánimo, pesimismo..., amén de la merma pura y sensiblemente cuantitativa en la economía de los hogares españoles, que llaman a REBELARNOS, A NO QUEDARNOS CALLADOS, A REACCIONAR, A NO PERMITIR QUE GOLIAT NOS ANULE Y NOS ROBE LA DIGNIDAD QUE AÚN CONSERVAMOS, la de los trabajadores y trabajadoras. Se trata, como ha manifestado el defensor del pueblo andaluz, de una situación de “EMERGENCIA SOCIAL” porque hay, según sus palabras, muchos “SINVERGÜENZAS FORRÁNDOSE”, mientras la sociedad “pierde derechos” a pasos agigantados con medidas que a veces pueden rayar en lo inconstitucional y consecuencias que llegan a ser trágicas:
Todos estos datos, que representan solo una pequeñísima muestra de la gran tormenta que nos está cayendo, no pueden dejarnos impasibles. Los grandes hitos sociales de la humanidad han surgido siempre del pueblo llano, y esta debe ser una oportunidad para REBELARNOS, alzar la voz, expresar nuestra disconformidad y aportar NUEVAS PROPUESTAS que ayuden a recuperar el RESPETO, la RETRIBUCIÓN y el AMPARO SOCIAL DIGNOS y MERECIDOS.
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